El modelo de producción y desarrollo económico que impera y se practica a nivel mundial, ha generado cambios drásticos en los ecosistemas y hábitats de todas las especies animales y vegetales, incluyendo a la especie humana. El consumo humano desmesurado que posibilita dicho modelo ha derivado en distintas problemáticas como la extinción de especies, bosques, disminución de recursos hídricos y el cambio climático, ya que para este modelo, la naturaleza y el ambiente se entienden como meros recursos al servicio de la humanidad.
Si bien, las actividades de las Sociedades Cooperativas no están exentas del uso de recursos naturales, éstas se limitan al propósito de mejorar sustantivamente las condiciones socioeconómicas de las socias y socios de las cooperativas (sin fines de lucro y acumulación) y, en congruencia con los valores cooperativistas, mejorar las condiciones territoriales y ecosistémicas que habitan especies animales y vegetales. En este sentido, el interés por el bien común posibilita el equilibrio ecológico entre personas, animales, vegetales, territorios y ecosistemas.
En la actualidad, muchas Sociedades Cooperativas están implementando técnicas de producción menos dañinas para el ambiente. Como consecuencia, la calidad de vida de las personas que consumen sus bienes y servicios aumenta. Así, por ejemplo, algunas cooperativas implementan técnicas de producción agroecológica para la cría de ganado; instalan sistemas de paneles solares en sus centros de trabajo; conservan la variabilidad genética de ciertas especies de maíces criollos; mejoran el aprovechamiento del agua de lluvia; elaboran y aplican sus propios fertilizantes orgánicos a sus cultivos, etc.
Desarrollo sostenible y cooperativismo son compatibles, ya que mientras el desarrollo sostenible busca resolver las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para resolver sus propias necesidades (económicas, de alimentación, salud, educación, etc.), el cooperativismo contribuye a satisfacerlas con base en los valores de ayuda mutua, solidaridad, autogestión, democracia e interés por el bien común. De este modo, desde la perspectiva del desarrollo sostenible, las Sociedades Cooperativas se perfilan como empresas socialmente justas, ambientalmente responsables y económicamente rentables.
La Secretaría de Trabajo, a través del Programa Formemos Cooperativas, está apoyando a Sociedades Cooperativas que fomenten el desarrollo sostenible para fortalecer sus propias actividades productivas y al propio cooperativismo.
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