Cooperativismo y perspectiva de género

Los flujos migratorios han adquirido una gran complejidad con el pasar del tiempo; los detonantes han dejado de ser elementos relacionados exclusivamente a cuestiones laborales y económicas. Actualmente, la migración pasa por causales de origen social, como la violencia, la persecución, la discriminación, los conflictos bélicos, entre otros. México es un país caracterizado por otorgar protección a quienes solicitan asilo en condición de refugiados o personas con necesidades de protección internacional. Además, se pronuncia a favor de brindar oportunidades a personas repatriadas que migraron sin éxito, principalmente, a Estados Unidos. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) define los flujos migratorios mixtos como “movimientos de población complejos, en los que se combinan razones de migración forzosa, económica, que incluyen a personas refugiadas, solicitantes de asilo, personas desplazadas, migrantes económicos, víctimas de trata, víctimas de tráfico, niños, niñas y adolescentes no acompañados o separados, personas que fueron objeto de violencia, comerciantes transfronterizos y personas migrantes que se desplazan por causas ambientales” (CNDH, 2020). El aumento de la migración global y las diferencias culturales, religiosas, de lengua, así como la falta de un documento migratorio que acredite una legal estancia, ocasiona que las personas migrantes y sujetas de protección internacional sean víctimas de discriminación. Las cooperativas se articulan como una alternativa de trabajo para las personas migrantes o repatriadas. El proceso de desarrollo económico considera relevante la participación de todas y todos, por lo que, una vez regulado el trabajo de las personas que se encuentran en México, y particularmente en Puebla, la constitución de cooperativas puede significar una mejor calidad de vida para este nicho poblacional, así como la posibilidad de acceder a un trabajo digno y participar democráticamente en una forma de organización social amparada por la Ley. Reforzar el movimiento cooperativista no discrimina a ningún tipo de aliado, por lo que las personas migrantes, como fuerza de trabajo, puede ampliar y mejorar los canales productivos, brindando otras perspectivas que enriquecen la pluriculturalidad y las formas de ejecutar los procesos productivos de cada sociedad cooperativa. Es importante señalar que las personas migrantes suelen ser afectadas por las crisis del mercado laboral, tal es el caso de la contingencia sanitaria por covid-19, por lo que resulta imperativo generar acciones de vinculación con trabajos decentes y bien remunerados, una alternativa sustancial, son las cooperativas, que además de dar sustento económico, dignifican su labor y contribución social y cultura, consolidando al autoempleo y la organización social para el trabajo, como medios para lograr estabilidad laboral en el estado. Apoyos a Migrantes

En el caso de Puebla existen experiencias de gran valor, en las que mujeres cooperativistas han generado estrategias para enfrentar las diversas violencias que se ejercen contra ellas. Uno de estos casos es el de la cooperativa Masehual Siuamej Mosenyolchicauani, cuyas socias decidieron organizarse tras identificar violencias por parte de los compañeros cooperativistas. Tal como lo relatan en su libro “Hilando nuestras historias. El camino recorrido hacia una vida digna” en las asambleas no escuchaban sus propuestas, su participación era poco valorada y, quienes dirigían y controlaban los proyectos en la cooperativa eran en su mayoría hombres.

Esto llevó a las mujeres a tomar la decisión de separarse de la cooperativa en la que estaban “participando” y así conformar la propia. Los procesos reflexivos de los que parten estas mujeres, permiten que se conciba una manera diferente y necesaria de vivir el cooperativismo. Por lo tanto, es importante poder formar cooperativas partiendo del reconocimiento de la diversidad de voces, personas, condiciones sociales y sobre todo de la participación de mujeres.

En este sentido, debe reconocerse la pluralidad entre mujeres y hombres, y reconocer su participación en las cooperativas desde una perspectiva interseccional e inclusiva.

En el caso de Puebla existen experiencias | Cooperativismo y perspectiva de género

Referencias:

Masehual Siuamej Mosenyolchicauani. (2016). Hilando nuestras historias. El camino recorrido hacia una vida digna. México.

Videos complementarios:

Puebla cooperativa